La música clásica occidental es un tipo de música académica que se basa principalmente en la música producida o derivada de las tradiciones de la música litúrgica y profana en Occidente, teniendo como foco mayoritario Europa Occidental. Posee un referente de transmisión fundamentalmente de tipo escrito (véase Historia de la notación en la música occidental) lo cual suele vincularse al carácter riguroso de su reproducción e interpretación. Aunque de forma amplia abarca un periodo de tiempo que va aproximadamente desde el siglo XI hasta la actualidad, es frecuente que se restrinja su uso para referirse a la música académica anterior al siglo XX. A pesar de que la música clásica del siglo XX posee estilísticamente diferencias substanciales con la producida en siglos anteriores, es está considerada el resultado del mismo proceso evolutivo. Si bien, las principales características del género fueron codificadas principalmente entre 1550 y 1900, que es habitualmente considerado como el período característico de producción de la música clásica, su desarrollo se extiende a todo el siglo XX y XXI.
Alexandre-César-Léopold Bizet, conocido como Georges Bizet (París, 25 de octubre de 1838-Bougival, 3 de junio de 1875), fue un compositorfrancés, principalmente de óperas. En una carrera cortada por su muerte prematura, alcanzó escasos éxitos hasta su última obra, Carmen, que se convirtió en una de las obras más populares e interpretadas de todo el repertorio operístico.
Ganó varios premios a lo largo de su brillante carrera como estudiante del Conservatorio de París, incluyendo el prestigioso Premio de Roma en 1857. Fue reconocido como un pianista excepcional, aunque prefirió no aprovechar su habilidad y en raras ocasiones tocó en público. Tras regresar a París después de pasar casi tres años en Italia, se dio cuenta de que en los principales teatros de ópera parisinos se prefería interpretar el repertorio clásico más arraigado antes que las obras de nuevos compositores. Sus composiciones orquestales y para teclado fueron asimismo ignoradas en su gran mayoría, lo que estancó su carrera, por lo que tuvo que ganarse la vida principalmente mediante arreglos y transcripciones de la música de otros. En su busca del ansiado éxito, comenzó varios proyectos teatrales durante la década de 1860, muchos de los cuales abandonó. Ninguna de las dos óperas que se llegaron a escenificar —Los pescadores de perlas y La bella muchacha de Perth— tuvieron éxito de inmediato.
Tras la guerra franco-prusiana de 1870-71, en la que Bizet sirvió en la Guardia Nacional, tuvo cierto éxito con su ópera de un acto Djamileh, aunque la suite orquestalL'Arlésienne, derivada en su música incidental de la obra de teatro homónima de Alphonse Daudet, tuvo un éxito instantáneo. La producción de la última ópera de Bizet, Carmen, fue retrasada debido al miedo de que sus temas de traición y asesinato pudieran ofender a la audiencia. Tras su estreno el 3 de marzo de 1875, Bizet estaba convencido de que la obra iba a ser un fracaso; murió de un ataque al corazón tres meses más tarde, sin saber que resultaría un éxito espectacular y duradero.
Su matrimonio con Geneviève Halévy fue feliz de manera intermitente y fruto del cual tuvieron un hijo. Tras su muerte, sus composiciones, excepto Carmen, estuvieron en general desatendidas. Los manuscritos se regalaron o perdieron, y las versiones publicadas de sus obras a menudo eran revisadas y adaptadas por terceros. No creó escuela ni tuvo discípulos ni sucesores evidentes. Tras años de abandono, sus obras se empezaron a interpretar de nuevo con más frecuencia en el siglo XX. Los críticos posteriores lo han proclamado como un compositor de gran brillantez y originalidad cuya muerte prematura supuso una gran pérdida para la música teatral francesa.
Era nieto del filósofo Moses Mendelssohn y nació en el seno de una destacada familia judía que más tarde se convirtió al luteranismo, adoptando el apellido Mendelssohn-Bartholdy. En su infancia fue considerado un prodigio musical, pero sus padres no trataron de sacar partido de sus habilidades. De hecho, su padre declinó la oportunidad de que Felix siguiera una carrera musical hasta que quedó claro que tenía la firme intención de dedicarse seriamente a ella.
Al temprano éxito en Alemania lo siguió un viaje a través de toda Europa; Mendelssohn fue recibido particularmente bien en Inglaterra como compositor, director y solista, y sus diez visitas allí, durante las que estrenó la mayoría de sus obras, formaron una parte importante de su carrera adulta. Fundó el Conservatorio de Leipzig, un bastión de su lucha contra las perspectivas musicales radicales de algunos de sus contemporáneos.
La Novena fue el primer ejemplo de un compositor importante que incluyó partes vocales en una sinfonía. El movimiento final, el cuarto, de la sinfonía presenta cuatro solistas vocales y un coro en la paralela tonalidad de re mayor modulada, conocida comúnmente como la «Oda a la alegría». El texto fue adaptado de «An die Freude», un poema escrito por Friedrich Schiller en 1785 y revisado en 1803, con texto adicional escrito por Beethoven.